Aunque ya no se de donde viene lo maravilloso, sí sé de donde viene lo extraño.
Últimamente lo extraño viene de la percepción del tiempo. El tiempo, gran misterio del hombre, ser que arrasa con todo, espuma de la muerte. Esa vieja ilusión de creer que los minutos y las horas son el movimiento de las agujas o mejor, el cambio digital de unos números arbitrarios y engañosos.
Tanto para Borges, como para Dalí, como para el verdulero de la esquina, el tiempo es fue y será una preocupación y un motivo de cuestionamientos.
Los sueños y los días, son extraños y mi percepción de tiempo cambia como el clima. Semanas que han sido días y segundos que fueron eternidades cósmicas. Sé que no estoy diciendo nada nuevo, pero las inquietudes hay que plasmarlas como un modo de hacer catársis.
Siento que hoy es sábado. Y que mañana es sábado. Y que pasado mañana es sábado. También puede que hoy sea lunes. Y que el jueves sea martes. Por eso estoy extraño y la vida está siendo extraña. Porque el tiempo está comiendo, masticando y deglutiendo.
No hay otro momento que el ahora, pero, oh contradicción, esto que escribo ya es pasado y de nada sirve.
El consejo de hoy es olvidar esta columna, que poco tiene de virtuosismo y mucho de incertidumbre. Ya lo dijo Gustavo Cerati, siempre es hoy.
Txt: Pedro Cactus
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