Txt: Quintín Palma
Caminaba con la actitud delante de sí misma.
Decidida, ordenaba y llevaba la situación.
Prestancia avasallante, maquillaje alineado, pulcritud envidiable y el toque justo de sutileza para dejarme helado.
La descarada sacó tacos y empezó a caminar descalza. Con ése gesto bajó su belleza paradisíaca al lado terrenal y eso, me terminó de descongelar. Pasé de la sorpresa, que me mantenía inmóvil, a un golpe de casi caer rendido a sus pies literalmente. Bah, a diez hermosas uñas pintadas del color del mar que gritaba, de vez en cuando, detrás de nosotros.
Mi viejo me decía que cuando estaba muy triste se iba a la costa atlántica porque las lágrimas, al ser saladas, terminan naufragando todas en el mar. Uno, cuando tiene pocos minutos para enamorar, utiliza todos los recursos disponibles y casi siempre miente, adjudicándose frases que son de otra autoría. Eso hice. Es más, un amigo mío tiene estudiado guiones de Les Luthiers y cuando está en Europa, los utiliza para adentrarse más rápido en grupos sociales femeninos.
El miedo lo sobrellevo un poco atontado y ya lo estaba. No sólo por la mirada profunda de ella... había dejado el ron a medio terminar en el quincho comunitario del hostal. Por ende, seguía cautivo pero como quien se acomoda cuando el tiempo va transcurriendo, dejé que la sorpresa por su resplandeciente presencia se alejara y que pasara a estar en las inesperadas narraciones verbales que se avecinarían en los distintos diálogos. Empecé a disimular muy bien mi asombro hacia sus cantos, digo, encantos. Ahora, el poder lo manejábamos ambos.
Mis herramientas: terminar las botellas, devolver sus arrimes, tirar de vez en cuando una picardía y siempre, sobrada indiferencia... como que la atracción existe pero no voy a desnudarme ante vos. Aparte, porque estamos en un bar y está lleno de miradas como para quedar en pelotas.
El límite lo sentía un poco peligroso, la indiferencia total podía dejarme fuera del juego -que estaba comenzando- pero también la devoción hacia ella terminaría conmigo despistado. Fuera de carrera. Debía mostrarme: "Ni muy entregado, ni muy distante".
Antes de seguir con ésta historia permito aclarar que voy a irme por las ramas. Es que encontré otra dicotomía de las mujeres hacia mí y quiero compartirla. Supongamos que llego a engancharme con ésta mina (cosa que no creo porque es muy rimbombante), con el tiempo, la próxima exigencia pasaría a ser: "Ni muy tierno ni muy salvaje". Y así, por querer estar en el equilibrio que ellas proponen... termino desequilibrado.
Claro que siempre hay excepciones y yo, la tuve. En un sueño del año 2006. Era increíble, casi perfecta… tenía todo lo que podía imaginar. Nacida en Uruguay, sonrisa silenciosa, caricaturista, fotografiaba por hobby, estudiaba, jugaba a ser fácil de comprender, compraba vinilos desgastados, no reprochaba que hubiera cucarachas merodeando mi cocina y colocaba los hielos en mi vaso para escuchar lo último que estaba haciendo McCarntey. Encima, en ése momento, hacía coros mímicamente. Como si fuera poco, le parecía que una sola corista era poca cosa... entonces llamaba a sus amigas para que también utilizarán sus cuerdas vocales con mi micrófono pero bueno, ya no tiene sentido seguir describiéndolo porque los sueños pueden inventarse y capaz ustedes, los lectores, ni me creerían en que pueda existir una chica así.
No me fui por las ramas, ya estamos casi en la copa del árbol. Son innumerables las veces en que cometí el error de salir hacia cualquier lado cuando tenía que estar en una sola dirección... igual, zafa descarrilarse en vez de rajarse.
Volvamos a la historia anterior entonces. Quizás haya que releer como venía el relato para recordarla pero los enamoradizos sabrán acordarse que estaba ante una gran mujer, o al menos, tenía el disfraz bien diseñado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario