26 septiembre 2008

El Andamio flotante

Hoy es lunes y cobré, ¡buenísimo!: puedo comprar cosas, puedo ir a dar una vuelta por la ciudad, elegir algo y llevármelo, también puedo seguir caminando hasta el río y mirar el río, el Paraná, porque acá en Rosario está el río Paraná, en otros lugares también está, pero yo no lo veo, mirá si voy a abarcar con una sola mirada a todo el río Paraná. Paranada. Después me voy a sentar en la barranca mirando a lo lejos y puedo pensar que es hora de tirarse al agua. Correr con toda la furia y saltar lo mas largo posible, al caer... vemos. Se puede nadar, o ahogarse del todo, para siempre. A lo mejor no, a lo mejor dando unos manotazos de ahogado un pescador que esta pescando por ahí, me salva, se tira al agua y me salvalavida, o me trae en tanza tirante, me saca del río y me dice: “che pescao qué te pensás”, y yo lo miro y no le digo mas que gluc gluc, gluc, aja, tos tos.

Después me doy vuelta culo parriba como si él no estuviera y me quedo disfrutando del sol que pega en la cara mojada, pienso que estoy en el cemento al borde de la pileta del Aeroclub, chirleando con la punta de los dedos derechos, el charquito a veinte centímetros de la cara, mirando a las personas que son piernas, escuchando las voces ondulantes y bañadas en el plaf plaf. Pienso que debería abrir las aguas. Traer una filita de hormigas que hay un poco más allá y que crucen, zumbantes crucen, más rápido de lo que caminan hormiguitas, juguemos a que cruzan y pegan la vuelta, y vuelven a cruzar como veinte veces. También puedo pensar otras cosas, ahora no se me ocurre nada, pero si me dejan un rato así te pienso de todo.

¿Y el pescador?, ¡pobre, tan bueno quera!, si me salvó la vida. El hombre se debe haber subido a la bicicleta y ya estará llegando a la casa con los pescaos colgando de la caña, su caña que sobresale del manubrio flaco, tres pescaos a la par tambaleándose, yun yun, yun ¡si me hubiese colgado sin que se diera cuenta!, el sonido circular y persistente de la rueda ancha sobre el asfalto, y después ese sonido, ensombrecido contra la tierra, dos cuadras y,¡hola hijo, pero salí che que pareces chuncaco!, mirá lo que te trajo papá, viste que cara de pescao tienen los tres. O los cuatro. Porque hubiésemos sido cuatro, ¡que Gil che! Es más, si quería me podría ¡noooo!, no me podría de pudrirse, pudrite vos, me podría haber transformado en migo de nuevo para el asombro de los nenitos. Un chupipase calentito de risotadas por lo increíble, de repetir mirá vo`, pero mirá vos che, este que se hacia el pescao. Entre tanto, la noche fina lluvia, se va encendiendo blanca y nos sentamos a la mesa. Nos enfrentamos a la mesa en sillas que rechinan y comemos y nos reímos, los mas grandes medio bajo nos reímos, entre dientes, nos reímos como tosiendo la risa para que no quede adentro, y nos miramos achinando un poco los ojos, y comemos.


Txt Bernardo Casas
Pd: Al entrañable Pedro Cactus

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