Txt: Ferdinand Fantín
Todo el mundo habla de Tinelli. Porque gran parte de las vetas de la campaña política (y de las chicanas de los políticos) se reproducen en Gran Cuñado y un poco más allá de su superficie. Hasta Canal 7, en su programa Seis siete ocho (resúmen de medios producido por Diego Gvirtz, de Pensado Para Televisión), analiza Gran Cuñado y lo compara con TVR. Aunque se trata de un resumen de medios -otro más- que evidencia y esclarece la irresponsabilidad de los medios de comunicación, ahí también aparece la campaña televisiva, la editorialización. Pero esta vez, oficial. Entonces uno de los panelistas invitados -un consultor o algo así- argumenta que el poder de los medios y sus parodias no guardan relación con el sentir político popular, que Tinelli o TVR no se traducen en el voto. Que no hay que subestimar al pueblo, a la clase media y media baja que mayoritariamente consumen productos de entretenimiento masivo porque, por suerte, todavía deciden su voto de acuerdo a otras motivaciones (sic). Ah, y que ojalá sí basaran su voto en los grotescos fundamentos de tipos como Mariano Grondona o en las editorializaciones anti kirchneristas, porque sería mucho más fácil revertírselos y diseñar una estrategia para contrarrestarlos. ¿Queda claro para quien trabaja (o quería trabajar) el panelista-consultor invitado? Como en su momento Mario Pergolini, los agentes oficialistas desperdician su inteligencia y su tiempo criticando a Tinelli. Eso sí, mostrando lo que él hace, o con un resumen de medios que versa sobre los otros resúmenes de medios. De paso, aprovechan el rating de sus adversarios-enemigos. En tanto, la conductora de Seis, siete, ocho, Maria Julia Oliván, se preguntaba: ¿Por qué analizamos Gran Cuñado?.
Evidentemente, hay varias lecturas y tensiones políticas detrás de ese simple programa de entretenimiento masivo. Y, lamentablemente, a los políticos les interesa y les preocupa. Aunque en realidad, la preocupación sólo se justificaba ante las barbasadas impunes de Tinelli, Susana Giménez y cía con respecto al tema de la seguridad... Hablando de seguridad y pensamiento pro-fascista, aparentemente espiado por el Servicio de Inteligencia del Estado (Side), Tinelli tiró al pasar que Telefé es un canal oficialista, "el canal de Estado" -a propósito, ¿la Side no debería ocuparse de asuntos menos triviales o ser ya inexistente?-. Y encima Telefé le da la razón al cabezón con el anuncio de otra entrevista exclusiva con la presidente Cirstina Fernández. Por su parte, Julio Cleto Cobos, ávido por aprovechar al máximo sus cinco minutos de fama, se enojó porque en Gran Cuñado le hacen mala fama, a saber, la de estúpido que bien supo ganarse: un efecto boomerang lo acomodó y recibió la merecida bofetada por sus infantiles y escasos argumentos contra la Resolución 125. (En todo caso, que le pregunte a su hija qué puede hacer para mejorar su imagen). La Concertación Plural, erigida en 2007 como una remake de las fórmulas electorales transversales de los viejos proyectos nacionales y populares de Perón, les salió mal a los Kirchner y a él mismo: Cobos fue más campo que Cámpora. Quizás se sienta más pícaro que estúpido, pero nadie que llega a la vicepresidencia -donde jamás hubiese llegado- traicionando a su partido en pos de una Concertación Plural, y que después también traiciona ese espacio en un arrebatado intento de autonomía y de volver a levantar las banderas del partido que había partido, puede pretender una buena imagen. Ya demasiado bien se la habían mantenido en el campo mediático.
En un contexto donde la vida privada se filtra al público entre las pavadas exhibicionistas de los medios (con la anuencia del público, que cada vez gusta más de curiosear y de publicar sus sentimientos por cualquier medio), y donde la vida pública permanece privada, o sea, en manos de los caprichos y los superpoderes de unas cuantas corporaciones políticas-sindicales-empresarias-mediáticas, no es casual que varios analistas empiecen sus disertaciones a las siete de la mañana con lo ocurrido en Gran Cuñado. Años atrás se remitían a CQC, que hacía reír con novedosa creatividad, poniendo serio al menemismo. Ahora, de revisar la agenda presidencial y sus vericuetos (qué palabra), los eruditos pasaron a incluir a ShowMatch en su agenda. Es lo que hay.
Por lo demás, sacando a Tinelli, algunos personajes de Gran Cuñado están muy bien logrados. Por supuesto, se extraña a Tato. Pero este show, aún en su superficialidad y con sus chistes fácilmente legibles, ofrece cierta riqueza simbólica y es menos patético y perverso que Bailando Kids. Además, retrabaja la parodia del poder, de un poder que no está o no estaba acostubrado a que lo parodien. Basta recordar el slogan de campaña electoral de Néstor Kirchner: "Un país en serio". Sería mejor que en vez de ponerse serios por unos cuantos imitadores dejaran que la masa televisiva tinellesca y tilinguesca se riera. ¿O los proyectos nacionales y populares sucumben ante las pequeñeces televisivas?
24 mayo 2009
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