Crisis es encender la radio en AM o FM y escuchar interferencias, interferencias como las que escuchamos ahora cuando ponemos onda corta. Crisis es la gente desnuda y sucia llorando desesperadamente a los gritos por las calles. Crisis es que se mueran de hambre los gorriones que siempre fueron los suertudos que comieron gratis. Que se mueran las ratas y que solas revienten de una vez por todas las cucarachas. Crisis es no poder hablar, no solamente de la crisis, no poder hablar. Punto. Estar mudo de pena, de dolor y de sorpresa. Crisis es estar pasmado, paralizado. Paralizado por no poder creer la parálisis externa, la quietud, esa quietud tan amenazante que ni siquiera está quieta. Crisis no es estar paralítico, crisis es tener las dos piernas y no poder jugar a la pelota. Crisis es tener almohadas y sábanas pero no sueño. Hay mamá que te cocina pero no hay cacerolas, ni sartenes… ni gas. No hay más mar, ni delfines ni focas ni tiburones… Mucho menos leyendas de sirenas. Crisis es que se mataron los piratas entre ellos, los políticos ya no mienten ni inventan y los maestros no tienen nada que enseñar. Crisis es que se peguen un tiro en la cabeza los médicos y ya no tengan colegas que los curen. Que por la amargura tan ácida en la lengua todos los hombres se vuelvan impotentes y estériles y que no nazca más nadie. Que nos muramos los que estamos y no vengan reemplazos. Que no llueva nunca más, que no caigan más hojas, que no haya más viento ni más lluvia ni más nada. Nada… nada… nada… No más helados ni choripanes. Ni pescar ni mojarritas. Ni mujeres ni bagres. Ni hombres ni estatuas. No hay más gordos ni flacos, ni pezones ni flores. Ni siquiera hay fantasmas, ni cuentos que los cuenten. No hay monstruos ni Mengueles. No hay historia, ni pasado, ni futuro. No hay fósforos porque no hay cigarrillos y no hay cigarrillos porque no hay ganas de fumar. No hay ley seca porque estamos disecados. No se venden más consoladores ni con forma de chota, ni con forma de pastilla. No hay depresión, no, no... no... no hay nada… nada… Nada.
Cuando hay fiesta hay matracas. Cuando hay fiesta hay bochinche. Cuando hay fiesta hay chimpum chimpum y carcajadas en la gente. Cuando hay fiesta hay gorritos y cornetas, cuando hay fiesta se mueve el esqueleto. Cuando hay fiesta, calavera no chilla. Cuando hay fiesta hay jarana. La fiesta es clericó, sidra, sangría y medio y medio. La fiesta es besarse chivado y que no te importe ni un bledo ni un pepino. La fiesta es un payaso llamado Pepino y un pepino en el culo de una yegua que gime y muerde la almohada. La fiesta es ruido a vidrios rotos y charcos de algo pegajoso en el suelo. Fiesta es sangre en el lavabo y un arañazo en el inodoro. La fiesta es un cacho de torta en la alfombra y la alegría de ver a tu cuñado en la puerta. Fiesta es que aparezca el perro perdido y que venga tu hijo con el diente de leche en la mano. La fiesta es saber que el mundo nunca va a terminar, que siempre vas a ser exitoso y que la plata nunca te va a faltar. Fiesta es saber que el año que viene es el año. Fiesta es que se acabó la desgracia para siempre. La fiesta es la película que vas a ver mañana, esa que está buenísima. Fiesta es que no te dé vergüenza bailar y que te dé bola quien mirás. Fiesta es estrenar una camisa con colores chillones y que no te importe. La fiesta recién empieza porque nunca es suficiente. Fiesta es que no te duela el estómago. La fiesta es que a la mañana siguiente cagues divino. Fiesta es la casa hecha un quilombo. Fiesta son las moscas a la mañana siguiente en los sándwiches de miga. La fiesta es que llores de emoción por la reconciliación. Fiesta es sentir otra vez la piel de gallina… verte deshinchado, joven e inspirado… La fiesta es ser famoso un segundo… la fiesta es el flash. La fiesta es estar de Red Bull, de ácido o de porro y todo va bien. La fiesta es tomar un té verde en éxtasis. La fiesta es sin éxtasis y con cocaína. La fiesta es estar limpio de drogas y sucio de espíritu… o al revés tal vez, no importa… estás de fiesta de todos modos. La fiesta es irse de viaje para siempre y volver a los tres días. Fiesta es que te quede bien el sombrero y encontrar lo que perdiste. La fiesta es la heladera llena y que todo sea bueno y barato. Fiesta es creer en Jesús de verdad. Fiesta es que Jesús nazca en vos a cada minuto sin tener que armar un nacimiento. Fiesta es aleluya… amén… a vos… a Dios… a todos. La fiesta es recibir millones de regalos o ninguno porque sos feliz. La fiesta es ser chiquito e inocente otra vez... Fiesta es que todo esté repleto, lleno, desbordando, brillante, despampanante, chorreando. Eso es fiesta. Alegría, felicidad. Cuando hay fiesta hay todo… todo… Todo.
Como verán no hay una cosa ni la otra. No estamos en ninguno de los dos estados. No veo a nadie de fiesta. No veo la fiesta. Estamos como siempre. Ni muy muy, ni tan tan. Ni en crisis ni de fiesta. Acostumbrados, tal vez. Dormidos, tal vez. Entumecidos, repitiendo lo que escuchamos perdiendo nuestra capacidad de reaccionar y reflexionar para volver a cero y percibir con responsabilidad la realidad. Nuestra realidad. Que no hace mal, o por lo menos hace menos mal que la realidad adquirida de los medios, de los vecinos, de tus parientes y de tus compañeros de trabajo que repiten: “¡Estamos en crisis! ¡Felices fiestas!”.
Siendo más realista que la Sarlo yo diría: “¡Estamos como siempre no se preocupen!”... Salud.
Fernando Peña
para Crítica
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