06 febrero 2009

Descubriendo historias que podrían haber sido descubiertas mucho antes

Hay guitarristas de rock. Hay guitarristas de jazz. Hay guitarristas de jazz-rock progresivo. Y hay también guitarristas que experimentan con sonidos étnicos de diversas latitudes del planeta. Lo raro es encontrar todos estos guitarristas en uno solo. Pero existe, y se llama John McLaughlin. Desde principios de los años ’60, este notable músico británico no para de expandir las fronteras de la guitarra, creando un universo de sonidos a su paso. Tocó con Alexis Korner, con Graham Bond, con el gran Miles Davis, y también con otros destacados colegas de las seis cuerdas, como Carlos Santana, Al Di Meola y Paco de Lucía, entre otros. Creo bandas pioneras de la fusión progresiva, como la Mahavishnu Orchestra y también fue un iniciador de encuentro de oriente y occidente con Shakti, que fundó junto al violinista L. Shankar.
Las habilidades de McLaughlin no pasaron inadvertidas para otro gran genio del jazz, el misímimo Miles Davis, quien por aquellos días de principios de los ’70 estaba expandiendo una vez más los horizontes de su música, en este caso acercándola a los territorios del rock. En esta rica aventura de fusión entre el jazz y el rock participaron, además de Miles y McLaugjhlin, músicos extraordinarios, como Billy Cobham, Charles Alias y Lenny White en batería, Joe Zawinul y Chick Corea en teclados, Wayne Shorter en saxos y Dave Holland en bajo.
Después de grabar otro álbum muy exitoso en términos de consideración periodística y también de ventas, “Brids of Fire”, la Mahavishnu Orchestra registró un disco en vivo llamado “Between Nothingness and Eternity”, tras lo cual McLaughlin tomó la riesgosa decisión de alterar la banda, reemplazando a varios de sus músicos y ampliando la alineación a quince músicos para darle un contexto orquestal al sonido que la banda registró en el álbum “Apocalypse”, de 1974, al que siguió “Visions of Emerald Beyond”, aparecido en 1975.
Otro ambicioso proyecto que emprendió John McLaughlin en esta etapa de mediados de los ’70 fue su fugaz asociación con otro virtuoso de la guitarra, Carlos Santana, para la grabación del álbum “Love, Devotion & Surrender”, de 1973. Además del amor por la música, a los dos guitarristas los unía su devoción por el guru Sri Chinmoy, algo que se pone de manifiesto en el título mismo del larga duración, que puede traducirse como “Amor, devoción, entrega”.

Para traer la carrera de John McLaughlin a tiempos recientes, menciona Rosso el álbum que grabó en 2006 con el título de “Indutrial Zen” y donde lo acompañaron Dennis Chambers en batería, Ada Rovatti en saxo soprano, Gary Husband en teclados, Tony Grey en bajo y Zakir Hussain en tabla. Y para fans primerizos, me gustaría recomendar la excelente recopilación “The Essential John McLaughlin”, de dos CDs, que trae material de prácticamente toda su carrera y que editó en Argentina hace algunos meses el sello Sony/BMG. Un lúcido y abarcativo testimonio de un gran músico contemporáneo.
Esta es una visión –a vuelo de pájaro- de su extensa y rica carrera.


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