Su manera de concebir la imagen coincide con criterios propios de la fotografía, el cine o incluso el fotomontaje; medios de los cuales no obstante se distancian, haciendo de ellos, justamente, medios. El resultado es un realismo capaz de incorporar ángulos del cine, encuadres de la fotografía publicitaria, o los brillos y las luces de los efectos especiales digitalizados. Es como si el ojo superpoderoso de estos nuevos pintores realistas se hubiera transformado en un investigador tan apasionado como encarnizado de la actual hiperrealidad. No se trata en absoluto de fotorrealismo ni de hiperrealismo sino de una súper pintura, o de algo así como un retorno glorioso y vengador de la pintura después de su muerte civil bajo la forma de una pintura monstruo, nutrida por las municiones de las mismas armas con que se pretendió haberla asesinado.
Fuente: Beatriz Vignoli para Rosario/12
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