13 noviembre 2008

Jueves de Estrenos - El Che y Favio

Hoy se estrena en Rosario Che, el Argentino, la película de Steven Soderbergh, que cuenta la vida del Che Guevara encarnado por Benicio Del Toro.

Esta es una primera parte que cuenta la hstoria hasta el Año Nuevo de 1959, cuando el Che y revolucionarios cubanos logran derrocar a Batista y toman el poder de la isla. En el 2009 va a llegar la segunda parte de la historia.



Otra que se estrena hoy (bah, se re-estrena y en Buenos Aires, esperemos que lleguen copias a Rosario) es Aniceto de Leonardo Favio. Luego de haber sido homenajeado en el Festival de Cine de Mar del Plata el director repone su última película en el circuito comercial. Esa es la razón por la que está dando notas a la prensa. Por eso ayer estuvo un rato en el programa de Mirtha Legrand y por eso también transcribimos una entrevista que le hicieron en un diario de La Plata en la que cuenta cómo ve la realidad de la producción audiovisual de estos días.

Leonardo Favio
No se puede seguir filmando como hace cuarenta años
El tiempo, las decisiones, la televisión y los proyectos desechados del genial director. "Contento, estoy, claro, no es para menos". Leonardo Favio sabe que este es un gran momento. Hoy reestrena su última obra, Aniceto. Y además de contento, está orgulloso con el producto. "No es para menos", repite. Y sabe lo que dice. Siempre sabe lo que dice.

Filmó en 1967 El romance del Aniceto y la Francisca, basada en el cuento de su hermano Jorge, “El cenizo”. ¿Qué significa cuatro décadas después, la misma historia?
–Significan dos películas diametralmente opuestas. Están basadas en el mismo cuento pero no tienen nada que ver una con otra. Esta es una búsqueda de la técnica, de lo pictórico. Y eso hace que sea otra historia.
–Entonces, ¿por qué decidió filmar desde otro punto de vista un mismo relato?
–Porque me encanta experimentar. Creo que la vida sirve para eso, para ir sumando experiencias e ir dejando cosas que las expresen. Con este film inicié una etapa muy pictórica. Y no sólo en el cine, sino en todo lo que estoy pensando. De ese modo, me gusta mucho meterme en cosas nuevas. Y poder volcar toda mi creatividad allí.
–“Creatividad”, una palabra un poco devaluada. ¿A qué se refiere básicamente?
–Es cierto, pero no poco sino muy devaluada. Cuando hablo de creatividad, hablo de todo y, sobre todo, de trabajo. De la puesta, del ángulo de cámara, de la elección de la lente, de los colores sostenidos, de la charla con el operador, con el director de fotografía, con los actores. En fin, es una montaña de cosas.
–¿Y es una manera de plantear, también, un nuevo diálogo con el espectador?
–Por supuesto. Pero lo que hay que ver es si el espectador comparte esa experiencia tan mía. Esta película es un trazo distinto. Mío, cien por ciento, pero distinto.
–¿Le parece que es una experiencia dífícil de ver como espectador?
–No, para nada. No hay nada más simple que esta película. Lo que pasa es que los espectadores tienen juicios mucho más jugosos que los míos, así que habrá que esperarlos. La respuesta de los que la vieron, hasta ahora, fue muy buena.
–¿Estaba a la altura de las respuestas que tuvo la crítica sobre sus filmes anteriores?
–¿La crítica?
–Bueno, dejemos la crítica de lado...
–... sí, mejor.
–Entonces, la respuesta de los espectadores a sus filmes anteriores...
–Hay que plantear que cuando se dieron mis filmes anteriores estábamos pasando momentos muy duros en el país. De modo que la respuesta en épocas de crisis no puede ser la misma que la respuesta en tiempos de remanso.
–¿Hay un cine distinto, el de los tiempos de la dictadura, el de los tiempos del neoliberalismo, el de los tiempos populares?
–No, al menos yo no me manejo con esos conceptos. Pero el cine cambió. Los ritmos son otros, la pupila se acostumbró a la televisión, el ritmo de mi corazón es otro. Todo cambió. Y uno debe filmar al ritmo que marca el universo. No se puede seguir filmando como hace cuarenta años atrás.
–Cuando se refiere a que la pupila se acostumbró a la televisión, ¿lo dice en sentido crítico?
–No, de ninguna manera, es la realidad. Yo también miro televisión. A veces, mucha.
–¿Pero haría televisión?
–Claro que no. No me animo de ninguna manera.
–Bueno, se animó a llenar el Luna Park con extras vestidos como en la época de las peleas de Gatica, se animó con Nazareno Cruz y el lobo. ¿Por qué no se anima a la televisión?
–No, no, es un mercado y una forma de hablar muy competitivas. No me darían los tiempos para hacer nada. Creo que sería un director que daría muchas pérdidas por mi proverbial lentitud. No es peyorativo, es una realidad.
–¿Lentitud o de meticulosidad?
–Una cosa y otra. Soy lento y, además, meticuloso. Nada que ver con la televisión.
–Ya son dos cosas en contra, es cierto...
–Claro, y es mucho. El cine amerita una minuciosidad y una descarga intelectual muy importante. No digo que no la tenga la televisión, pero sí que yo no podría plasmarla en ese formato.
–¿Qué proyectos tiene en este momento?
–No me gusta mucho hablar de los proyectos. Me pasan mil por segundo por la cabeza. Eso me pasó siempre. Y si llegué a filmar Aniceto fue porque deseché, en ese segundo, otros 999 proyectos.

Fuente: Diario El Argentino de la Plata

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