18 noviembre 2010

APUNTES DE ARQUITECTURA N° 19: arquitectura y música

“La Arquitectura es Música congelada” escribió alguna vez un filósofo y selló para siempre una sociedad que va mucho más allá de Arquitectura para hacer Música: auditorios y teatros.
Lejos de los problemas acústicos, ambas disciplinas comparten muchas cualidades: ritmo, armonía y textura conforman esencialmente los cuerpos de ambas artes. La estructura sobre la que se funda una pieza musical es parte integral de cualquier obra de arquitectura. Como en aquella, ésta estructura puede estar a flor de piel o velada tras infinitas capas de material, sonoro o pétreo, poco importa….
La secuencias de columnas en una loggia de un palacio renacentista, determinaba el claro ritmo que organizaba la Pavana o la Gallarda que se bailaba en los salones del palacio. La complejidad espacial de una iglesia en la Roma del siglo XVII se corresponde con los trinos, los glisandos y la complicada rítmica de la música barroca. La grandilocuencia y el boato de Wagner o de Beethoven, sirven de perfecto marco para la pretenciosa arquitectura neoclásica del romanticismo.
Más adelante, algunos profetas de lo moderno quisieron llevar estos vínculos al plano material. Así aparecen proyectos como el Teatro Total de Gropius en la década de 1920, algunas experiencias en la Bauhaus y el Pabellón Phillips en Bruselas (1958), la obra de Le Corbusier y Xenakis, proyectada entorno a una partitura compuesta por Edgard Varese, que tal vez sea el ejemplo más perfecto y ambicioso para concretar la música y aunar todas las Artes en una sola manifestación.
Pero estas relaciones llegan hasta nuestros días, reforzadas por el cine, la fotografía y la pintura. El jazz y los rascacielos neoyorquinos, la electrónica constructivista de Kraftwerk en los ´80 y la arquitectura high-tech, el rock sicodélico inglés de los 60´s y las lisérgicas propuestas del grupo Archigram van de la mano, indisolublemente ligados en nuestro imaginario.
La música de Astor Piazzolla (el tango y Stravinsky) sin duda le va muy bien ciertos edificios de Clorindo Testa y el folklore de la pampa, ajustada síntesis de influencias europeas y ritmos negros, nos sirve para entender obras como las de Claudio Caveri o Jorge Scrimaglio.
Ambas artes caminan juntas desde tiempos inmemoriales y así seguirán hasta que el mundo deje de ser mundo

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