01 julio 2010

Apuntes de Arquitectura Nº9

La Historia consagró a cinco arquitectos como los “maestros” de la Arquitectura Moderna. Un norteamericano y cuatro europeos fueron los elegidos. Pero solo uno de ellos no era originario de un país central. Alvar Aalto nació en Finlandia apenas comenzado el siglo XX y allí desarrolló gran parte de su obra. En sus comienzos sus edificios se adscribieron a una corriente de pensamiento típicamente escandinava, el Nacionalismo Romántico para acercarse poco después a posturas más cercanas al funcionalismo internacionalista. Finalmente su obra madura nos muestra un original compromiso volumétrico y espacial, sutiles relaciones con su entorno (tanto urbano como rural) y un cuidadoso trabajo con los materiales, desde los más sencillos (el ladrillo visto) a los más nobles (como el mármol).
¿Cómo llega su obra a Rosario? A fines de los años 50, las revistas de arquitectura extranjeras muestran la obra de Aalto e influyen sobre un joven estudiante que comienza a trabajar junto a un viejo maestro. Hilarión Hernández Larguía conoce así la última producción del escandinavo y junto a Anibal Moliné (por entonces estudiante) y Rufino de la Torre, proyectan bajo la influencia de Aalto, durante la década del ´50 y los tempranos ´60, algunos edificios de excelente factura en Rosario y sus alrededores. Ejemplos: la Sede de Aricana, el edificio de oficinas para La Mercantil Rosarina, las viviendas para empleados de Acindar en Villa Constitución, la planta de CINDOR en Carcarañá o las casas Couzier y Albanese en el barrio de Alberdi.

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