Mal de ojo es una obra protagonizada por Silvia Ferrari, Adriana Frodella, Gustavo Castilla, Lucrecia Zamboni, Maria Romano y dirigida por Juan Hessel. La obra nos invita a vivr el post entierro de un hombre que fue hermano, esposo, mentor y padre de cuatro mujeres que pelean por ser la protagonista, ama y señora del ausente.
El registro actoral nos imbuye en un tono melodramático digno de las telenovelas de la tarde pero que habla desde el resentimiento y las miserias de sus personajes.
La obra tiene excluyente y central que es una cámara de fotos. Mal de ojo se muestra como una sucesión de fotografías en las que sus personajes mutan entre encuadre y encuadre entre pose y pose. En la obra los personajes necesitan de la cámara, ser vistos por ella, dejar que el obturador robe de ellos algo e inmortalizar algo en el momento que alguien murió. Sólo pueden vivr si son vistos y sólo pueden ser vistos a través del lente.
Mal de ojo nos propone ser partícipes de un funeral donde los personajes velan su sufrimiento mediante planes y acusaciones pero no pueden esquivar el hecho de que alguien no está mas allí y tampoco lo estará.
Con actuaciones dignas de un aplauso constante, una puesta arriesgada y una cohoerencia abrumadora que une desde el volante que recibimos a la entrada, la silla que está situada en el escenario hasta el saludo que recibimos a la salida mal de ojo se transforma en un infaltable para el público teatrero.
El registro actoral nos imbuye en un tono melodramático digno de las telenovelas de la tarde pero que habla desde el resentimiento y las miserias de sus personajes.
La obra tiene excluyente y central que es una cámara de fotos. Mal de ojo se muestra como una sucesión de fotografías en las que sus personajes mutan entre encuadre y encuadre entre pose y pose. En la obra los personajes necesitan de la cámara, ser vistos por ella, dejar que el obturador robe de ellos algo e inmortalizar algo en el momento que alguien murió. Sólo pueden vivr si son vistos y sólo pueden ser vistos a través del lente.
Mal de ojo nos propone ser partícipes de un funeral donde los personajes velan su sufrimiento mediante planes y acusaciones pero no pueden esquivar el hecho de que alguien no está mas allí y tampoco lo estará.
Con actuaciones dignas de un aplauso constante, una puesta arriesgada y una cohoerencia abrumadora que une desde el volante que recibimos a la entrada, la silla que está situada en el escenario hasta el saludo que recibimos a la salida mal de ojo se transforma en un infaltable para el público teatrero.
Te dejamos el informe para escucharlo acá o desde nuestro podcast
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