Deslenguado e irónico. Desternillante por momentos, políticamente incorrecto casi siempre. Así es Bill Plympton, un extraordinaorio animador. Tras la presentación de su reciente "Idiots and angels" en el último Festival de Sitges, Plympton concedió a un blog norteamericano una entrevista que bien parece toda una declaración de intenciones.
¿Qué inspiró “Idiots and angels”?
No lo sé la verdad. Recuerdo que estaba en un festival en Francia y un niño me preguntó por mi próximo proyecto. No sabía muy bien que contestarle y le dije que el personaje principal sería un gilipollas al que le crecen alas en la espalda. El chico me dijo que era una idea genial y esa misma noche en el hotel comencé un esbozo de la historia.
Desde luego no tiene nada que ver con “Hair High”.
Sí, es cierto. Pensaba que “Hair High” obtendría un éxito aplastante. Gasté mucho dinero en ella y conté con un casting de voces impresionante, incluyendo a los hermanos Carradine, Sarah Silverman o Dermot Mulroney. Eso sin olvidar lo costoso que resultó el trabajo fotográfico y la utilización del 35 mm. Así que me frustró no hacerme rico con este largometraje. Tras esta decepción mandé todo a tomar por culo. Así que decidí hacer algo más pequeño, con poco dinero, sin diálogos, con papel y lápiz, sin más. Irónicamente, “Idiots and angels” se ha convertido en el mayor éxito de mi carrera. Se suponía que era un film muy personal y ahora parece que al público y la crítica les encanta.
Cada fotograma lo has pintado personalmente, ¿verdad?
Sí, un trabajo realmente arduo. Simplemente lápiz, en blanco y negro, que le daba un aire a la Europa del Este, también estilo David Lynch o Jim Jarmusch. Es una especia de “cartoon noir”. La música es muy importante además y ha sido fantástico contar por ejemplo con Tom Waits.
¿Crees que el personaje principal de “Idiots and angels” está descrito con ecos a Charles Bukowski?
Sí, estoy de acuerdo aunque reconozco que no he leído mucho a Bukowski. Por ello suelo citar a Lynch y Jarmusch.
Si la animación es una cuestión de vasos comunicantes, ¿cuáles han sido desde siempre tus referentes? Tal vez Jan Švankmajer, los hermanos Quay…
Sí, cierto, adoro a los hermanos Quay, también a Švankmajer, Terry Gilliam y Luis Buñuel.
Aunque poco a poco desaparece esa imagen de una animación destinada exclusivamente a un público infantil, me gustaría que defendiese tu propio estilo, orientado a una audiencia adulta.
Creo que la forma más sencilla de contar una historia es a través de los dibujos y hacer diálogos es difícil porque no soy un buen escritor. Eso sin olvidar lo caro que resulta venderlo a otros países, porque hay que subtitular o doblar. El arte de contar una historia en estado puro lo hallamos el cine mudo, en Chaplin y Buster Keaton. La perfección es esencialmente visual.
¿Cuál es tu perspectiva sobre la violencia y el sexo en el cine?.
¡Estados Unidos es tan hipócrita al respecto!. En las películas de Marilyn Monroe, Jean Harlow y Jayne Mansfield todo giraba en torno al sexo. ¡Qué decir de la violencia en el western!. No entiendo el rechazo que les provoca cuando el sexo y la violencia hacen acto de presencia en la animación. Recuerdo cuando apareció Betty Boop, un escándalo para los censores, que no tardaron en deshacerse de toda la parte sexual que desprendía el personaje. ¡Qué aburrimiento! ¡Yo quería que volviese la Betty Boop de siempre!
Los ingresos que generan tus proyectos sirven para financiar nuevos largos. ¿Qué significa para ti la independencia como realizador?
Es una cuestión muy importante. Es el reto de los directores independientes, financiar tus propias películas sin ayuda del gobierno o patrocinadores. Si quieres contar la verdad debes impedir todo tipo de restricción. El problema es hallar tu público potencial. Yo por ejemplo libro constantemente una gran batalla para luchar contra Pixar, Dreamworks o Disney. Pero bueno, próximamente me haré famoso y conseguiré distribución mundial sin problemas.
31 octubre 2009
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