19 octubre 2008

La columna del Domingo

Capítulo: perdí la cuenta - Utópicos charlatanes desde una mesa

Hay mucha información dando vuelta, tanta que el conocimiento no se monopoliza solamente en un docente como en otros años. Un salón es un área para reflexionar y discutir entre todos juntos. La cantidad de herramientas diferentes para lograr distintos aprendizajes son visibles. “Igual, son pocos los de ésta nueva generación que estamos aprovechando la utilidad que nos ha dado la globalización”, me dice el barbudo de la foto. Salimos a tomar algo con Matías Benedetto pero terminamos tomando un montón. Matías me lleva siete u ocho años pero en algún punto, en un bendito lugar, estamos bastante vinculados.
Le cuento vericuetos sobre mi adolescencia. “Eso no es un problema boludo, dejá fluir lo que sentís y partile la boca de un beso. El hombre cuando habla, la caga, actúa como lo sientas en ese momento”, afirma mientras le chistea a una señora que a simple vista no me sedujo como para ser cómplice de aquella onomatopeya vocal.
Antes de levantarse para asistir los gritos de su inflada vejiga me tira una que no había escuchado nunca: “Hoy, lo más revolucionario son dos personas que apuestan al amor. Estamos cagados, todos individualistas y egoístas, por eso dos que compartan una misma vida estarán haciendo un acto revolucionario. Todos andamos solos y tristes”. Confieso que veía borroso pero el panorama se esclareció completamente luego de oír eso. Una frase reflexiva no sólo llega de autores filosóficos o literarios, y por eso estuve feliz con Matías como mi brújula nocturna de viernes. De tanto seguirlo, pasadas varias horas, lo terminé perdiendo.
Diálogos sobre viajes suyos, experiencias mías, amores varios, dolores ambiguos, brincadas nefastas, el disco nuevo de Calle 13, admiré su anhelo por vivir en años en un campo cuidando una huerta que lo satisfaga y pronósticos duros como cuando dijo: “A los 60 voy a ir a la cima de una montaña y en picada me tiraré de cabeza. Nos destruyen en cualquier ámbito y la jubilación, creo que no te la regalan”, ironizó el ex-estudiante de Derecho.
Pasaron un par de días y un poco me arrepiento de habernos ido caminando rápido, luego de pispear que no venía ningún mozo, para ahorrar las tantas cervezas que nos hubieran ametrallado los bolsillos. Reíamos contentos y no porque nos alejábamos sin pagar, tampoco porque habíamos olvidado la cena si no que en un mes haríamos todos juntos una fiesta para recibir al 2008 Más Tarde Que Nunca y cuando tantas energías conocidas, coinciden en un objetivo común, la felicidad pareciera acercarse bruscamente. Y eso, no es joda.
Es una gran, joda.


Txt: Quintín Palma

2 comentarios:

Matias Bordione dijo...

Mi tocayo (o "tocallo"... nunca supe cómo se escribe)... bueno, el de la foto... es un tipo sensible, disparatado y enternecedor que sabe destilar hechos delirantes y frases subversivas que suelen retumbar en los tímpanos de aquellos seres, que como vos Quintín, tienen una carga energética inflamable en el cerebro. Como Batman y Robin, como Pierre Nodoyuna y Patán, como Callejeros y un público con bengalas... ambos no son joda, SON DINAMITA...

Anónimo dijo...

yo no me arrepiento de irme sin pagar los porrones!!!!