Quería abarcarlo todo. Si eran hormigas, pretendía agarrarlas desde el hormiguero con una pala de leñador. Si quería todas las migas que sobraban de la mesa, pedía dos palmas más. Cuando buscaba contener las gotas que caían de su techo averiado, no ubicaba una palangana si no que armaba la pelopincho. Ahora, últimamente se le está complicando la cosa. Es que no puede tener una novia entre tantas mujeres que parlotean a su alrededor, igual, jamás ha rebalsado la pieza de chicas. La vez que mayor atención femenina tuvo fue cuando, levantó la mano en una clase de Psicología, para preguntar si se podían acaparar todas las ideas humanas.
Demasiado intranquilo y deseoso. Le cuesta encontrarse con un libro porque a los días ya está comprando otro para leer, no disfruta que a comienzos del mes completó la discografía de Frank Zappa porque ya quiere tener la de The Hollies y encima en épocas de crisis económicas, anda fastidioso cuando observa que también, hay que poseer dinero para acumular tantos objetos.
“Es un camino difícil el del querer albergar todo y quedarse con la nada al mismo tiempo”; le dijo Pepe, un mozo ya bastante conocido para sus ojos. Nuestro protagonista se excusó diciendo: "Bueno che, mis demandas son tan exageradas como la cantidad de ofertas que tengo a mi alrededor".
Txt: Quintín Palma
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