04 octubre 2008

Los cimientos del Sábado

La sensación de andar en la bici después de la lluvia me recordó a los trenes. Algo que viene de lejos. La velocidad como algo manejable. El salir apresuradamente para que la lluvia no nos destiña el alma. Vienen todos los días los espíritus, a visitarme al árbol donde guardo las luces de colores. Un día vamos a iluminar una escenografía tan grande que los pocos que ajustan sus panzas con cinturones van a quedar asombrados. Los árboles y las fotos. Una perfecta combinación de sol y caminantes. Es fácil saber a veces donde deja uno los sentidos. Pero otras, todo es tanto que no nos alcanza la vida para darnos cuenta.
Hoy estuve en mi casa. Me levanté temprano y no me pude volver a dormir. No es que no me cocine. Porque cuando cocino, como. Es que no cocino. Por eso estoy flaco. Pero me siento bien. Estuve buscando unas cosas por internet. Después un rato en el sol. Regué las plantas. Les di de comer a los gatos. Más tarde me fui a verlo al Negro a la radio y tomamos unos mates. Que personaje. Nos juntamos unos pares de personas y nos comimos unos choripanes, papas y cebolla asadas. Ahora volví en la bici después de la lluvia. Siempre lo existencial. El cuestionamiento, la mente que no para. Está buenísimo cuando me doy cuenta que si, que es por tal lugar. Es una sensación de felicidad espectacular. Decir, si, me vuelvo a casa, lo pongo a Calamaro (El Palacio de las Flores) y a Coki (Perdida) en el Winamp y me pongo a escribir esto.
Y esto lo escribí ayer. Y las fotos también la saqué ayer, después las hice “serie de 4”. Tres son de Aloe Vera y una de una lámpara de luz negra que me prestó el nuevo que vive en la casa. Está bueno sacar fotos también.
- Comprá un tachito más chico, no hay bolsa que le vaya – dice ella
- Las bolsas son seres extrapolados – dice él.
- Es incómodo este tacho porque no hay bolsa que le vaya – dice ella.
- Cuando una bolsa vuela con el viento hay que estar atento, dicen que son los ángeles paseando - dice él.
- ¿Hay bolsas que le vayan a este tacho? – dice ella.
- No siempre las bolsas quieren amoldarse a las líneas curvas pero rígidas de los tachos – dice él.
- ¿Cuándo vas a comprar un tacho mas chiquito? – dice ella
- ¿Viste que lindo está el cielo? – dice él.
- Si, precioso – dice ella.
- Mañana compro el tacho – dice él.
- Te quiero – dice ella.
- Yo también – dice él.
- Dejá, lo compro yo – dice ella.
- Bolsas bolsas bolsas bolsas – dice él.
- Chocolates – dice ella.
- No, mejor helado – dice él.
- Va a llover – dice ella.
- No, está nublado nomás – dice él.
- Aman italianos – dice ella.
- El mus caria las muelas – dice él.


Txt: Pedro Cactus

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