En el video que acompaña éste posteo escucharemos a Amalia Longo que junto a su cuñada hace más de 70 años que está en el lugar. Amalia (tan fanática del programa radial de Alejandro Dolina que ha viajado a verlo a hacer el programa una y otra vez) vive arriba de la librería y cuida tanto del material cómo de las personas que se acercan a preguntar o a chusmear. Es muy factible encontrar un trato familiar de ella hacia el contexto en el que la rodea, con una estufita calentando un rincón, varios stands vacíos, revistas con tapas levantadas, tapas duras con migajas de tierrita, radio en el mostrador que sintoniza arbitrariamente y un sin fín de recuerdos que se huelen al charlar con la agradable Amalia. En épocas con tantos nuevos locales, el auge de internet, los edificios que arrasan lugares añejos y la velocidad del día a día, Longo es un espacio para comunicarse y compartir también una tradición familiar que continuó con el tiempo. Si bien, se consiguen cosas antiguas que no suelen encontrarse diariamente, ya están muy lejos de querer innovar con los materiales que ofrecen o mucho menos refaccionar el sitio.
Longo es un lugar histórico que regala momentos para compartir, dialogar o escuchar. No es habitual encontrar en el ruidoso centro un ambiente sereno, cálido, y acojedor, dónde la posiblidad de una charla enriquecedora está al alcance de la mano. Sin prestarle tanta atención a lo que pasa allá afuera.
EPÍLOGO:
Esta librería ha sido testigo de diversas circunstancias históricas como el Rosariazo, o víctima de la censura, debiendo deshacerse de los libros prohibidos, o sufrir requisas e incautaciones.
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