25 septiembre 2007

Cine Club Rosario / Hoy martes

A las 22 hs. HAPPY TOGETHER (Hong Kong, 1997)
Dirección: WONG KAR-WAI - Int.: Leslie Cheung, Tony Leung.
En esta película filmada en la Argentina, el realizador de Hong Kong vuelve otra vez su mirada al mundo de los solos, los necesitados de afecto, los que peregrinan por un beso o una caricia. Con elementos mínimos -fuentes de luz naturales, cámara en mano, mucha improvisación- y una visión única que le permitió encontrar, con pocos meses de estadía, un Buenos Aires auténtico y a la vez surrealista, ligeramente distorsionado pero graciosamente identificable, Wong filmó una historia de amor entre dos expatriados, Lai Yiu-Fai (Tony Leung) y Ho Po-Wing (Leslie Cheung), como si fuese un tango emocional: 95 minutos de una danza erótica y pasional, de idas y venidas, tiras y aflojes entre dos hombres que se necesitan y se desentienden, se aman, se protejen y se clavan estacas en el corazón.
Wong se paseó con su equipo por todo el país pero centró su película en un bar, una bailanta y una pensión de la Boca con dos breves pasos por las cataratas del Iguazú y el faro de Tierra del Fuego (a donde la gente va a dejar sus problemas emocionales) y un lisérgico recorrido por el Centro con música de Frank Zappa. En sus seis filmes, Wong filma hombres en busca de una conexión romántico-emocional que les permita salir de su tristeza, su desamparo (en tono, Felices hace recordar a Días Salvajes, su segundo filme). Las obsesiones amorosas toman formas extrañas. Aquí, Fai acumula cartones de cigarrillos para que su pareja no salga a comprar y así buscar aventuras, y lo baña con dedicación cuando Ho regresa lastimado por una golpiza.
Todo el filme es una celebración y una indagación en el concepto de la entrega amorosa. Felices juntos pone en evidencia cuánto nos cuesta en cine a los argentinos ver al país más allá del costumbrismo o la obviedad. Prestando atención a detalles que pasamos por alto, mostrando la anárquica vibración de la ciudad, Wong parece mirarnos de maneras que nuestros cineastas no pueden o no quieren hacerlo.
Por Diego Lerer, Clarín, 16/4/1998.

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