17 junio 2015

Vuelta a la Manzana este viernes en McNamara

Este viernes el proyecto Vuelta a la Manzana que tuvo sus primeros episodios relacionados con este programa da un pasito más y sale a la calle (o a la noche).
El ciclo de entrevistas y fotografias que llevan adelante Federico Fritschi y Maxi Conforti desembarca en McNamara con la presencia de Coki Debernardi, Eugenia Craviotto y Carlo Seminara.



Vuelta a la manzana es movimiento, es acción. Es andar, llevar y traer, correr las cosas de lugar, proponer nuevos contextos, transitar la trama de la ciudad. Podría decirse que es un proyecto delirante. Vuelta a la manzana obedece a una cierta estructura organizada, pero al mismo tiempo guarda también pretensiones de organismo vivo, ínfulas de un sistema abierto, en el que factores como el azar, la incertidumbre, el error y lo inesperado se vuelven elementos indispensables en la construcción de su propio imaginario. Estos mismos elementos son los que retro alimentan esta construcción, componiendo así un patrón imprevisto. Entonces la fotografía, como herramienta, se corre un poquito de su intrínseco destino documental, para devenir en un delirio lúdico, abriendo el diálogo entre diferentes temporalidades: el aparente registro (histórico) y un siempre presente continuo (¿histérico?), casi víspera de algo que probablemente se transforme en otra cosa. O no. A esto se suman las diferentes velocidades y los singulares bagajes personales que traen los músicos y artistas, actores por excelencia de esta cruzada. Las notas personales y musicales se confunden. Los hábitats, los variados escenarios, las manzanas, en todos los casos, convierten a este proyecto en un espacio de tiempo que andamos y desandamos de un modo delirante sin poder acatar demasiado a razones ni voluntades. Como un rizoma en el que cada quien hace su parte, Vuelta a la manzana es también buscarle la vuelta al constante y cada vez más vertiginoso cambio de formatos (para hacer música, para escucharla, para transitar la ciudad). La narrativa transmediática es el lenguaje en el que estos recorridos se transforman en simulacro teórico. La cámara de fotos y el grabador se traducen en un intento por retener un poco del aquí y ahora caprichoso, siempre efímero, siempre cambiante. Vuelta a la manzana no es más que, una invitación a levantar la mirada y agudizar la escucha. El mapa urbano habilita múltiples lecturas, y en ese tránsito, las huellas de la ciudad hacen lo suyo. Entonces, bien se puede decir que Vuelta a la manzana es un abordaje historiográfico del rock de Rosario. Y dar la vuelta, en última instancia, es el deseo por moverse. O mejor, una invitación a no quedarse quieto.

No hay comentarios.: