71 años no es poco en la vida de un hombre. Con todo, la edad biológica de Miguel Grinberg no parece suficiente para condensar en ella un periplo intensísimo, inquieto y avasallador. Zen pero agitado. Es como si el nombre que se le ocurrió junto a Susana Nadal para fogonear el primer ciclo de rock argentino, mediando los sesenta, hubiera funcionado como imperativo para la acción. Estuvo aquí, allá y en todas partes: vivenció la beatlemanía en tiempo y espacio (en Estados Unidos) y el mismísimo origen del rock argentino (en La Cueva), hizo amistad con Allen Ginsberg y Leroy Jones, tuvo a Raúl González Tuñón cara a cara, produjo y representó a León Gieco, Aquelarre y Pappo; motorizó las presentaciones de Artaud, esa obra enorme de Luis Alberto Spinetta, en el Teatro Astral y en el Atenas de La Plata; creó las revistas Eco Contemporáneo, Contracultura y Mutantia; cofundó la Red Nacional de Acción Ecologista y del Pacto Eco-Social de América Latina; tradujo al castellano a todos los poetas beat. Fue –es– crítico de cine y de música. Fue –es– periodista, meditador, educador, pacifista, militante ecológico y escritor.
- “Nuestro rock ya no es una aventura lateral, clandestina o underground en el seno de una sociedad filicida: forma parte del acervo generacional de quienes fueron contemporáneos de su nacimiento, florecimiento y fructificación. Al mismo tiempo, en este nuevo siglo que nos toca sobrellevar con una simultaneidad que confunde a muchos, y bajo la etiqueta comercial de ‘rock nacional’, abundan ahora conjuntos, solistas, revistas, estaciones de radio FM, canales de TV por cable, productoras de espectáculos masivos, representantes mercenarios y sellos discográficos multinacionales que promueven una especie de pop rock para los grandes mercados juveniles de la tardía sociedad de consumo que nos toca padecer. Como cantaba antiguamente Javier Martínez en el tema ‘No pibe’: un negocio más.”
- “Los géneros musicales innovadores atraviesan puntualmente momentos específicos hasta afincarse en el seno de las sociedades permeables a su influjo: una osada, etapa pionera (marginal), la eclosión masiva (irrefrenable) y, finalmente, una especie de meseta constante donde las cumbres y los abismos van alternándose sin prisa, ni pausa. Y así pasan los años hasta que de pronto, y desde el lugar menos esperado, algo da vuelta el tablero sonoro y otra generación compone su nueva música.”
- “Casi la totalidad de la música ‘joven’, hoy multiorganizada y multipropalada en nombre del ‘rock nacional’, impresiona como un polifacético jingle apuntado solamente a la venta de gaseosas, cerveza, indumentaria y teléfonos celulares. Se fomenta la idolatría. No se procura la lucidez, ni la transformación social. Ya en 1973, conexo a su obra magna, Artaud, Luis Alberto Spinetta había expresado: ‘Denuncio a los representantes y productores en general, y a los merodeadores de éstos sin excepción, por indefinición ideológica y especulación comercial’.”
10 diciembre 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario