22 abril 2008

Se muestra en Rosario

Hasta el viernes 2 de mayo, en la Biblioteca Argentina (Pte. Roca 731) de lunes a viernes de 8 a 19:30 y los sábados de 9 a 11, puede visitarse No hablo yo, una exposición de grabados en madera del profesor, crítico de arte, pintor y grabador rosarino Rubén de la Colina. Las xilografías de la muestra son una selección generosa de los originales de un libro póstumo, Xilografías, cuya presentación acompañó, el 3 de este mes, con gran éxito de público, su inauguración. También se incluyen cuatro assemblages de Rubén Echagüe y un retrato del maestro de la Colina en su taller por el fotógrafo (también tocayo) Rubén Lezcano.
Se presentó el libro de edición póstuma que de la Colina dejó proyectado antes de fallecer en el Sanatorio Británico el 21 de octubre del año pasado. En la muestra se incluye la carta mecanografiada en que de la Colina detalla su propuesta, en realidad muy honesta: "Un librillo con 49 grabados divididos en tandas de siete. A cada grupo de siete le precede un texto de hasta 170 palabras. La idea sería sobrevolar sobre la estirpe del grabado su condición múltiple, sobre la nobleza de la madera, la amplitud del dibujo en la línea de contorno, adorno y textura, y todo lo que significa la apresadora atención de la necesidad de mirar".
El libro se publicó después de su muerte según sus indicaciones. Lo financió la familia, que lo diseñó en colaboración con Echagüe siguiendo el diseño que Rubén de la Colina había previsto, semejante a su libro de grabados de Grela. El cuidado editorial estuvo a cargo principalmente de su hija, Florencia de la Colina, egresada de Bellas Artes por la UNR. Cabe agregar que el proyecto guarda cierta similitud con Poemas y Maderas (1975), treinta cuadernos en series de siete xilografías de Rubén de la Colina y siete poemas de Gary Vila Ortiz.
La muestra agrega un homenaje a tres colegas y amigos: "Grela, Mele, Cochet". Y lo humildemente cotidiano aparece transfigurado por el arte en la pava y el mate junto a la ventana del Sanatorio Británico que deja ver la torre de la antigua estación Rosario Central. Borges bromeó famosamente con ese tipo de clasificaciones en su lista de animales del Imperio sobre la cual Foucault acuñó la noción de heterotopía. Así también, Echagüe sospecha un cierto humor oscuro en el encargo del maestro, quien termina su carta con un enigmático: "Que Dios te ayude, hijo mío".

Fuente: Rosario/12

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