18 marzo 2014

Volver del futuro (las cartas del Chico Beto)



Hola querido primito Hugo:
                                          Acá el Chico Beto en otra de sus andanzas te escribe desde el futuro, si weón, el futuro. Te preguntarás si he vuelto a consumir LSD pero no, eso ya lo hicieron los bitle y sabés que a mi no me gusta andarle copiando a naides.
                                          Es que es la única respuesta que le encuentro a lo que me ha sucedido weón. Te paso a comentar, yo me bajé del sulky del Vin Disel andino en Uspallata, habíamos tenido un encontronazo amoroso con el petiso pelón que terminó en gélido recorrido hacia destino. Estuve carepoto, me entendei, no es moco e pavo romperle el corazón a un ser humano, y menos si es latinoamericano, pero es la cruz con la que cargo, ser un rompecorazones.
                                          Caminé todo lo que pude cantando “estoy enamorado” de Donato y Estéfano y caí en Mendoza capital y recordé lo que había dicho el primo David en la navidad del 98 después de que habíamos quedado fuera del mundial de Francia: “Muchachos, si están en Mendoza, hagan la ruta del vino, es la mejor forma de olvidar”. Yo necesitaba olvidar a ese corazón roto, a ese Vin Disel que recorría las rutas, rápido y furioso, en su sulky.
                                           Tuve que gastar algunos dolarucos en el tour vitivinícola, weón, pero te prometo que te los voy a devolver. Lo raro es que empecé con la ruta y tempranillo que va, syrah que viene, torrontés que se escapa empecé a sentir los efectos del alcohol y, de un momento a otro, me fui a negro, un hiato en mi memoria, una abducción de esas que no tienen explicación porque no fue una simple borrachera, una chupadera de la santa Marta porque si hubiese sido así me hubiese despertado en la ruta pero no fue así, fue muy raro.
                                           Me desperté con un batuque en la cabeza tremendo, me costó abrir los ojos tanto como le costaba a la Tia, tu madre, abrir el placard donde guardaba las medibachas . Cuando recién pude levantar un párpado, me di cuenta de que no estaba más en Mendoza, estaba en otro lugar, un lugar raro, como de otro planeta. Estaba lleno de carteles que decían “Adolfo” pero de una manera positiva, no como en Alemania, La gente iba con los telefonitos por la calle pero como si hubiese interne en todos lados, nadie alquilaba, es como que es el futuro distante, me entendés?
                                            Me acerqué a un kisoco y les dije que era del pasado, que venía en son de paz y quería saber quién era ese líder del que tanto hablan, ese Adolfo. El kiosquero me dijo que era el gobernador de San Luis, que era una provincia que tenía todo en el territorio argentino, que debían independizarse del resto del país. Yo le preugunté si es que había habido una guerra apocalíptica años antes y el me contestó que hace diez años que están enfrentados dos bandos, los k y los anti k y que todavía no se sabe cuándo se va a zanjar ese problema. Yo no entendía bien que me decía y le contesté diciendo “Qué?” y el entendió “ka” y me sacó a las puteadas de su local. Me fui corriendo asustado de este nuevo territorio del futuro no sabiendo si iba a poder escapar de ahí.
                                              Te escribo estas líneas aún azorado por todo lo que vi en la calle, faltaban los autos voladores pero estoy casi seguro que van a aparecer, te lo juro. Tengo miedo Hugo y además tengo una resaca que me parte la cabeza.


Te extraña
El Chico Beto

PD: Cuando leas esta carta vas a tener como 42 años, espero que entiendas que esta no es mi guerra.

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