07 junio 2012

Teatro MTQN - La tercera parte del mar


Por Federico Aicardi

Parece a propósito, buscado, premeditado, pensado semanas antes, calculado fríamente en el día más frío del año pero no es así, nada que se le acerque, es pura casualidad, son esas cosas que se dan por pura coincidencia, hoy es el día del periodista (no me considero uno pero hay que hacer espamento, al parecer). Este oficio que en suerte uno se encuentra tiene algunos momentos bajos, muchísimas mesetas en las que uno cree que no pasa nada y hace balances sobre su existir y esos otros momentos, esos que buscamos, los momentos en que tenemos la suerte de ser invitados a espectáculos que nos redefinen como espectadores, críticos o, si quieren llamarlo de esa otra forma, periodistas.
Es que estamos preparados más para hablar negativamente que para halagar y se nos terminan los adjetivos positivos cuando existen trabajos que exceden a la capacidad del lenguaje para describirlos (y eso que tenemos un lenguaje muy amplio). Este es el caso del primer trabajo del grupo Enjambre P, La tercera parte del mar.
La obra escrita por Alejandro Tantanian, protagonizada por Cecilia Borri y Emiliano Dasso encuentra en la dirección de Felipe Haidar una lectura de esas que podemos llamar reescrituras. Haidar y los suyos construyen un universo paralelo a la escritura del dramaturgo porteño, un universo que excede al escrito, que lo resignifica, que le da ese carácter de “texto vivo” que tiene que tener el teatro. En La tercera parte del mar brota la vida y la muerte por donde lo veamos, lo sentimos dentro y (en otra genial decisión de Haidar) tenemos tiempo para la introspección cuando nos reflejamos en los espejos. Pero para abordar el camino propuesto por el grupo Enjambre P hay que detenerse a analizar sus partes, esas partes que en un todo nos shockean.

Las actuaciones
Cecilia Borri y Emiliano Dasso personifican a dos seres que sólo se unen en el vacío, en la desesperada conciencia del no ser, de no sentirse parte, de estar a la deriva de este mar que está hecho de sangre, de muerte, de sufrimiento y dolor. Es que Victoria ha sido abusada por su padre, de formas horribles, inconfesables y todo adjetivo que de su boca sale y tenga algún tinte sensible siempre vendrá seguido de su opuesto en el terror. Así “la belleza es terror domesticado” y “debo estar enamorada de mi cuerpo muerto” son definiciones de un personaje que encuentra su salvación en esa otra realidad que existe detrás de los espejos. Rodrigo está perdido, llega a esta casa por puro azar escapando para seguir escapando. El sexo está siempre en su mirada, el sexo miedoso, el sexo animal, la animalidad de la muerte, la sexualidad de lo animal. Dasso es un animal miedoso que irá devorando ese lugar extraño para poder cruzar el mar, ese mar que sólo se puede cruzar con una última muerte.
Borri y Dasso, Rodrigo y Victoria, nos cuentan todo eso, nos incomodan con todo eso y nos conmueven con todo eso.

Las palabras y las imágenes
Alejandro Tantanián, ex “periférico de objetos”, es parte de ese colectivo de dramaturgos nacido a mediados de los noventa que tiene una dramaturgia que muchas veces se confunde con la literatura. Así el trabajo que Haidar realiza pictóricamente (con los cuerpos de sus actores como pincel y sus luces como tintes) hacen que la literatura dramatúrgica de Tantanián viva experiencias que el papel no puede experimentar. Haidar logra hacer eso tan complejo que todos buscamos, hace teatro. Un teatro entendido como un juego que tiene que completar el espectador con su interpretación, con su lectura, con su historia. Así las palabras y las imágenes van dirigidas a despertar emociones que no están teledirigidas sino que esperan ser espontáneas. 

Los espejos o la experiencia de la alteridad
Parece mentira dedicarle un párrafo especial al espejo pero creo que en ellos La tercera parte del mar encuentra su forma sublime. Es que en ellos los personajes pueden remitirse a esa otra realidad, la realidad alterna, donde Victoria puede encontrarse con un padre que no abuse de ella, donde Rodrigo no escapa. Ese es el “otro lado” en el que, en palabras de Lacan, nos experimentamos como un todo completo.
Y cabe aclarar que nos “experimentamos” todos porque en momentos los mismos espectadores nos vemos viendo, nos experimentamos experimentando y nos sorprende que ese que está del otro lado está tan expectante como  yo y, algunas veces, creemos que somos nosotros mismos reflejados en un espejo aunque sepamos que detrás del espejo hay una alteridad que no nos pertenece.

Conclusión
En momentos donde el teatro parece estar preocupado porque esté todo en escena, donde los balcones son balcones, donde la maceta es una maceta, donde la poética se construye con ladrillos, La tercera parte del mar nos brinda la posibilidad de leer algo que sólo nosotros (y a lo mejor ese “otro” que está en el espejo) podemos leer. Así Haidar, Borri y Dasso hacen que La tercera parte del mar se transforme en sangre y que nosotros, como público, nos ahoguemos en ella.

Si no pudiste escuchar la nota con Felipe en vivo... escuchala más tarde.

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