26 agosto 2010

APUNTES DE ARQUITECTURA N° 13

Semana de movimientos en MTQN: desplazamientos desde centro a la periferia de la ciudad,y de lo periférico de la arquitectura en Rosario al centro de la constelación de la arquitectura mundial: Alvaro Siza Vieira nació en Matosinhos, un pequeño puerto pesquero portugués, en 1933. Estudió arquitectura en la ciudad de Porto y comenzó a trabajar hacia fines de la década del ´50. Alrededor de 1970 su obra comienza a llamar la atención de otros arquitectos y críticos con sus piletas en Leça da Palmeira, Portugal. En los ´80 su prestigio internacional ya estaba firmemente establecido y en 1992 se hace acreedor del premio Pritzker, galardón máximo a escala mundial de esta disciplina.



Dueño de una arquitectura única, de sutil riqueza espacial, su belleza no es directa ni obvia sino que encanta los sentidos y el intelecto a través de recursos mínimos. Sus plantas son estrictamente funcionales y las relaciones de sus edificios con el contexto es compleja; cada obra parece amoldarse a las diferentes condicionantes: la escala humana y la urbana están en un continuo pero delicado equilibrio. Siza dice al respecto: “Empiezo un proyecto cuando visito un sitio. (…) Otras veces comienzo incluso antes, a partir de la idea que tengo de un sitio (una descripción, una fotografía, algo que leí, una indiscreción). (…) Un sitio vale por lo que es, y por lo que puede o desea ser, cosas quizá opuestas pero jamás sin relación una de otra” Hacia mediados de la década del ´90, en el contexto del Plan de Descentralización Municipal de nuestra ciudad, es convocado para proyectar uno de los Centros Municipales de Distrito, en este caso el Distrito Sur. Mariel Suárez, arquitecta local y colaboradora del maestro portugués en este proyecto, comenta en la publicación 041 #2: “Antes de mi encuentro con Siza leí todo cuanto pude acerca de su obra; luego visité muchos de sus trabajos. Quizá por esto, en la primera etapa del proyecto sentí que era sencillo comprender su manera de proyectar: el planteo era lógico, la planta del edificio respondía a las funciones, orientaciones, jerarquías de calles. Cuando comenzó a tallar el edificio, en cambio, sentí que era inalcanzable.”

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