24 febrero 2008

La columna del Domingo

Capítulo III
Mi verano es diferente también por decisión de Cristina K. El cambio del huso horario que tuvimos la semana pasada nos llevó a la rareza de encontrarnos en plena cena iluminados por un sol radiante o comiendo un postre contemplando algún atardecer. Pero no somos de someternos fácilmente así que estamos manejando nuestros tiempos. O sea, podemos estar comiendo la duodécima tanda de fideos a las 5 de la mañana como estar desayunando a las 16hs con ganas de partir a una montaña… o a una mina…
El Bolsón es mucho más que el lugar en dónde Calamaro supo haber reservado una gran suite en un enero. Hace varios días que estamos acá y todavía nos sigue costando adquirir esa sensación de apresuramiento que se necesita para seguir conociendo otros paisajes.
“En los 60` se desató un tsunami de hippies. Venían de las grandes ciudades y eligieron las chacras de los alrededores para su nueva vida” dijo Noemí, una titiritera que nos llevó hasta un camping en el Falcón que le regaló su marido (más marionetero que titiritero) cuando vinieron a vivir definitivamente dejando atrás Capital Federal.
Estuve por estas calles hace 20 años pero dentro del útero de mi vieja así que todo iba a hacer novedoso en este viaje. Comprendí las características propias de la ciudad: exceso de serenidad, vida en comunidad, trabajo artesanal, autosuficiencia en el sustento económico y la feria de artesanías más impactante de la Argentina. La Plaza Pagano tiene una laguna ornamental y está a la vuelta de la Terminal de ómnibus. Es el centro de todo. La feria, la previa, los colgados, los espectáculos, las guitarreadas, los que recitan, dos policías que se reían constantemente y hasta un lugar de hospedaje para los jóvenes que van al estilo kamikaze de vacaciones. Igual muchos no están veraneando pero es como si lo estuvieran.
Por la ciudad cercada de montañas bicicletean autores teatrales anónimos que llevan boinas y camisas setentosas, otros que venden libros pero se dedican a plantearte discusiones filosóficas cuándo uno simplemente se acercaba a chusmear una contratapa, algunos tiran un diabolo arriba de zancos, el extranjero no muestra señales de egoísmo ni de avaricia y los chabones más misteriosos se la pasan escribiendo recostados en el pasto. Siempre hay escapadas que se pueden hacer en las adyacencias del Bolsón. Desde un bosque con árboles tallados por varios artistas hasta caminatas similares a un vía crucis pero con otro final, como lo es llegar a la cima del Cerro Pilquitrón (literalmente Piltriquitrón significa "colgado de las nubes") a 2.260mts de altura.
Hay un microclima ambivalente. Puede ser un día caluroso que oscurece su cielo de golpe para volver a darle salida al sol o simplemente vislumbrar una gran catarata de arco iris y ni haber sentido caer una gota de agua en todo el día… Así que a Héctor Pascal se le hace imposible poder calcular que sucederá con el tiempo. Mi amigo mientras descansaba de no hacer nada en la vereda me afirmó que todo era una paradoja de la vida cotidiana: “Tomi (ése soy yo), te diste cuenta que acá el quilombo está en el cielo y no entre los que estamos viviendo”.
En éste cartel de madera cerca de la plaza principal se puede leer: "La vida vale más que el oro". Suena bien hasta como epitafio !!

12 de enero de 2008 - en rancho net, una taberna añeja con siete computadoras

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rodríguez Zapatero caracterizado como el psicópata de No es País para Viejos.


enlace a Rodríguez Zapatero como Javier Bardem

ke bueno

JAJAJAJAJA