07 octubre 2010

APUNTES DE ARQUITECTURA Nº 16: El modernisme catalá y Francisco Roca

Con la consolidación del puerto hacia 1900, Rosario sufrió un considerable aumento de la población, aumento que trajo aparejado la expansión del casco urbano. En estos años llegaron a nuestras costas gran cantidad de constructores italianos y españoles en busca de trabajo; y con ellos, el saber y experiencia adquiridos en Europa. Los nuevos “estilos” traídos por ellos se hicieron carne en nuestra sociedad, ávida de las novedades de la metrópoli.
Uno de los recién llegados fue el arquitecto Francisco Roca i Simó (1874 – 1939), nacido en Palma de Mallorca y formado en Barcelona, vinculado con importantes comerciantes españoles y autor de edificios tan significativos como el Club Español, La Asociación Española y el Palacio Cabanellas. Roca arribó en 1909 con todo el bagaje del modernisme catalán, cuyo exponente más famoso, aunque también más difícil de encuadrar, fue su admirado Antoni Gaudí; y permaneció en nuestra ciudad por casi diez años.
Esta arquitectura, claramente antiacadémica y con notorios matices nacionales (como el uso de la cerámica y con reconocibles rasgos del gótico catalán y de la arquitectura mozárabe), tuvo un particular arraigo en la poderosa burguesía comercial española afincada en Rosario, que buscaba darle identidad propia a sus manifestaciones para diferenciarse del resto de las colectividades.



Admirados por unos y denostados por otros, el art-noveau y los modernismos nacionales (como el modernismo catalán o la secesión vienesa) significaron una ruptura con los cánones academicistas que dominaron la práctica de la arquitectura en el siglo XIX. Tildados de superficiales y decorativos, estos movimientos, que abarcaron también las artes gráficas, la pintura, el diseño de objetos y la vestimenta, llegaron a nuestro país y a nuestra ciudad cuando ya languidecían en Europa; tuvieron una notable presencia en las ciudades en consolidación como Buenos Aires, Rosario, Mendoza o Córdoba y significaron una importante renovación lingüística que allanaría (según algunos autores) el camino a la arquitectura moderna y a las vanguardias de principios del siglo XX.

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