Retomando los últimos Apuntes de Arquitectura, esta semana nos focalizaremos en una de las figuras que fundaron el ya mentado Grupo Austral, sin lugar a dudas uno de los personajes más importantes en la construcción de una modernidad arquitectónica latinoamericana. Sin detenernos en su llegada, casi fortuita, a nuestro continente en esta entrega veremos como fue aplicando todas las teorías previamente incorporadas y postuladas a esta realidad constructiva y cultural.
Bonet se introduce en el panorama de la arquitectura argentina con algunas construcciones no sólo llamativas, sino buscadamente contrastantes. En los atelier y negocios de Suipacha y Paraguay (asociado con Vera Barros y López Chas) el mensaje se lee claramente: la vanguardia había llegado. La bomba estalla en pleno centro porteño. Si bien Bonet demuestra aquí un gran manejo de los elementos constructivos y de las formas arquitectónicas, logrando que el edificio atrape fluidez espacial dentro de la abigarrada trama urbana, es evidente la inminente ruptura con ese medio. Para lograr un manifiesto material que demuestre tanto una nueva manera de hacer arquitectura como su modo de crear, personal y único, el entorno ideal para hacer florecer sus obras maestras serian zonas más bien suburbanas.
Luego de su primer obra, realiza junto a Vivanco y Peluffo una serie de viviendas en Martinez entre las que encontramos la Casa Oks. Esta obra es una muestra cabal de sus preocupaciones y deseos: encontrar el modo de crear una modernidad en sintonía con el contexto. En Oks comienza a ensayar una serie de graduaciones espaciales (cubierto/cerrado, cubierto/abierto, abierto/abierto) mediante aleros que promueven el uso de espacios exteriores, acordes a nuestra condición climática, al tiempo que genera un sugestivo juego de luces y sombras.
A mediados de los años 40 realiza una serie de obras muy interesantes en Uruguay, entre las que se encuentran la casa Berlingieri (en colaboración con el maestro ingeniero Eladio Dieste) y la hostería Solana del Mar, ambas inscriptas en una urbanización orgánica en las costas orientales, creada por el mismo Bonet y denominada Punta Ballena. A esta altura es notable la búsqueda sistemática de relacionarse con las condicionantes del lugar: en la Solana se vincula directamente con un bosque, mientras logra enterrar hábilmente la mitad del edificio en las dunas de arena. En Berlingieri el trabajo con los desniveles del terreno es una continuación de los planteos de algunas de sus anteriores obras, pero incorpora un nuevo dato: cuando en las viviendas en Martinez las tensión compositiva dominante es claramente horizontal, rememorando el horizonte pampeano, aquí incluye un nuevo tipo de bóveda de hormigón que con sus sinuosos perfiles combinan perfectamente con el entorno ondulante de las dunas, además de retomar un elemento de la cultura catalana para reconceptualizarlo técnicamente.
Un punto alto en su carrera lo alcanza al proyectar La Ricarda, una vivienda unifamiliar en el Prat de Llobregat, en las cercanías de su Barcelona natal. Es curioso que si bien pareciera continuar con una tradición típicamente mediterránea (la bóveda corrida), esta obra está estrechamente vinculada a nuestro continente. Primero por utilizar como módulo de repetición las bóvedas creadas para la obra en Uruguay, y luego porque este edificio fue enteramente proyectado desde la Argentina, negociando de modo epistolar con el comitente en España.
Todo esto demuestra claramente que estamos frente a un intelectual que entiende a la disciplina como una cuestión igualmente universal y local, en exacta relación con su intención de crear una dialéctica con lo que lo rodea, alejándose de todo tipo de autismo profesional.
28 julio 2011
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