06 septiembre 2011

Para que sirve un compilado (1996-2011)

Por Andres Conti


Hace ya más de quince años llegó a mis manos el primer compilado de Planeta X, el 001 de la historia. Eran tiempos en que la evidencia de la complejidad de las cosas no era algo que nos estallaba en la cara a cada rato, como sí sucede ahora. Entonces, parecía que no había que explicar nada: un grupo de bandas y solistas de géneros que poco tenían que ver se juntaban para editar un CD y dar a conocer su trabajo. Listo. Positivismo puro.
Semanas después de que aquel compilado aterrizara en mi discman, un profesor de la escuela de periodismo, que intentaba argumentar de alguna manera sobre la mezcla de estilos arquitectónicos con la que se fue formando la ciudad de Rosario, tiró en clase una frase que me sirvió para definir ese compact: “Ecléctico hasta el paroxismo”.
Ese eclecticismo paroxístico y la canción “Red”, de Sumergido, son dos puntos de contacto fundamentales entre el disco 001 del sello Planeta X y el 090, que hoy nos ocupa. Hay otros, muchos, pero vamos por ahora con esos dos para tratar de decir algo más allá de la música.
Red
En el principio de los tiempos, el planeta X era un lugar poblado por muy poca gente. Básicamente,    eran los integrantes de Sumergido y algunos satélites. Por eso, no es casualidad que este compilado 2011 arranque con una versión en vivo de “Red”, un link directo al tema original, editado hace más de 15 años. En el tiempo que transcurrió entre las dos interpretaciones de esa misma canción, el sello primero, y el colectivo cultural en que decantó después, tuvieron mucho que ver con lo que pasó en la ciudad en términos de música underground, alternativa o cómo quieran llamarle a ese tipo de bandas que sólo aparecen en la sección Escenario de La Capital porque conocen a alguien que tiene buena onda con ellos.
Sin dudas, Planeta X se transformó en un tejido construído esforzadamente con trabajo afectivo y millones de horas de discusiones que nunca terminaban en esa palabra horrible que hoy está tan de moda: “consenso”. Esa red tuvo momentos en los que conectaba a mucha gente y otros en que ese número de intersecciones se redujo. También hay que decir que, en varios tramos de ese camino, la evidencia de la complejidad que les estalló en la cara hizo que el colectivo se encerrara en sí mismo, como la mayoría de las instituciones durante los 90 y los 00.
Igual, como monumento al indie rosarino, o cómo carajo quieran nombrarlo, hoy existe un catálogo de noventa ediciones musicales que se pueden bajar gratuitamente en http://discos.planetax.org.ar. Allí les costará muchísimo encontrar ejemplos de concesiones a la industria, al mainstream, al establishment, a la sociedad patriarcal y a los poderes fácticos varios. Quiero que me digan ya cuántos sellos independientes pueden exhibir algo parecido.
Eclecticismo paroxístico
El compilado 2011 rejunta 20 canciones que, de entrada, es difícil resumir en subgrupos.¿Vale la pena este ejercicio? Si no tienen otra cosa que hacer, probemos.
1) Dejemos primero afuera el track número 1, “Red”, del que ya hablamos antes. Se trata de una relectura actual de un tema compuesto en los 90, con el ruido de fondo que Sumergido supo escuchar tan bien y que funciona como comienzo y llegada de algo. Es la canción antropológica, es la profecía cumplida a medias. La música no es hoy exactamente lo que Sumergido imaginó hace 15 años, pero tampoco es que le hayan errado tanto, a juzgar por este disco.
2) El primer subgrupo junta a San Dimas, Chanta Carlini, Los Codos y, haciendo un poquito de presión, a Pablo Elinbaum y Los peces voladores. La sóla existencia de estos proyectos y de estas canciones no dejan dudas de que Rosario no sólo es la capital del Helado Artesanal y de la Bandera, sino que también es la cuna del postrock nacional.
3) En otro paquete subjetivo metemos a Hermanxs, Cursi y Melancólico, Andrés Mantello, Luko y     De Mononinos. Más allá de las evidentes diferencias estilísticas (desde el minimalismo seco de Luko hasta la exhuberancia cumbianchera de De Mononinos), hay una raíz de ritmos  latinoamericanos y canción popular. Y el milagro se produce por enésima vez: lo viejo se vuelve nuevo.
4) El blues con interferencias de Aguas Tónicas y el rock procesado de Sinapsis disparan un fenómeno similar: lo muerto vuelve a la vida, aunque sea momentáneamente.
5) En este subgrupo hay algo poco común: Matilda con su electropop, Martim Arce con su boggie sintetizado y P8 con su software mágico bajan línea como locos. Te interpelan desde el texto, como una canción de protesta 2.0, o como manifiestos musicalizados.
6) El cine explora el 3D como el futuro, pero la electrónica hace rato que busca la misma sensación en el campo de los sonidos. En ese camino están Henry, Serial, Audiodélica y Alpha Centauri, con distintos géneros en sus mochilas. Así como mirar una película tridimensional sin los lentes específicos no tiene sentido, estos tracks hay que escucharlos sí o sí con buenos auriculares o acostado sobre unos parlantes hi-fi. Es en los silencios, en las vibraciones, en los ruidos, donde está la posta.
Y el compilado sirve para…
¿Cuál es el sentido de juntar estas obras musicales en un mismo envase, cuando la digitalización permite compartirlas sin problemas, por su cuenta, en el contexto elegido por su autor? Yo lo leo como una refundación, un gesto nuevo de comunicación, un intento de diálogo entre instituciones. La institución Planeta X le dice a las otras instituciones: “Si nosotros pudimos convivir con todas estas diferencias, ustedes también lo pueden hacer. Es hora de que hablemos de este asunto para ver qué sale”. Ojalá esa reencarnación comience ahora, antes que sea demasiado tarde.



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