En ese ciclo ya hemos revisado figuras como la de Edouard Le Monnier (proveniente de Francia) o la de Francisco Roca (catalán), quienes arribaron ya formados desde Europa para satisfacer la demanda de profesionales calificados para una ciudad en expansión, sostenida por una burguesía con pretensiones. Pero la gran mayoría de los ingenieros o arquitectos ingleses llegados a nuestro país, lo hicieron para trabajar en la construcción de edificios ferroviarios y de otros emprendimientos empresariales británicos ligados a los servicios, como la provisión energía eléctrica o de agua potable.
Herbert Boyd-Walker (1864-1910), que nació y estudió en Inglaterra y llegó a nuestro país para realizar obras para empresas ferroviarias, también puede integrar esta lista. En 1886 se establece en Rosario para construir talleres para el Ferrocarril Central Argentino, pasa una corta temporada en Buenos Aires y regresa a nuestra ciudad, donde realiza una vasta labor como proyectista y director de obra.
Rosario tiene una división territorial que viene desde el siglo XVIII, cuando estas tierras se fraccionaron en “lonjas”, perpendiculares al curso del río, en dirección Este-Oeste. Más adelante, al establecerse el manzanero de la incipiente villa, la división de la tierra se realizó siguiendo una dirección levemente distinta. Esto causó superposiciones y disputas en los loteos de una ciudad en franco crecimiento. Estas querellas debían ser resueltas por vía judicial en Santa Fe, con las consiguientes dificultades que implicaba seguir en otra ciudad. Es en estas circunstancias que, en 1888, el empresario Juan Canals propone al gobierno de la Provincia hacerse cargo de la construcción de un edificio para alojar los tribunales en nuestra ciudad, con la condición de alquilarles a los profesionales del derecho las oficinas con las que contaba el mismo. El proyecto fue entonces encargado a Boyd Walker asociado al también inglés John Curry. El edificio, de alta calidad arquitectónica, es un producto típicamente ecléctico ya que combina elementos de distintas arquitecturas, sobre todo italianos y franceses.
Así se concretaba una operación inmobiliaria que jerarquizaba un sector de la ciudad que en ese momento se encontraba alejado del centro y se fijaba una directriz para el crecimiento urbano, en concordancia con el recientemente trazado Bv. Santafecino (ahora Bv. Oroño) y con el Parque de la Independencia, todavía en proyecto.
Otras obras, en este caso viviendas para la aristocracia rosarina, terminan de definir el perfil del Boyd-Walker: la casa para Juan Canals (luego Asistencia Pública), Villa Hortensia (hoy Centro Municipal de Distrito Norte), construida para el empresario Nicolás Puccio y la residencia para el Sr. Palacios, actuales Tribunales Federales de Rosario, en Bv. Oroño al 900. Estos edificios comparten ciertos rasgos básicos: en sus planas, en su estrategia compositiva, en su misma esencia, se reconoce el inconfundible sello palladiano, tamizado por la idiosincrasia británica. También estas “villas” son productos de una concepción ecléctica de la arquitectura, teñidas de un profuso pintoresquismo.
1 comentario:
Me entusiasmé leyendo esta nota de la que conozco casi todo su contenido. Algunos detalles sin embargo aportaron pequeñas pero ricas facetas que yo desconocía sobre la vida y obra de mi abuelo Herbert. Muchas gracias.
Alberto Walker. walker@aldeapc.com
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