Por Federico Aicardi
Alguna vez escuché de algún maestro que son pocos los temas sobre los que se puede escribir, sobre los que se puede representar artísticamente, que todas las sensaciones y sentimientos vienen de cuatro o cinco emociones básicas y que entre ellas estaban el amor, la felicidad, el odio y la tristeza. Entonces cuando veíamos o leímos una historia sobre la venganza, básicamente estábamos viendo una historia sobre el odio de una persona hacia otra y así podríamos establecer una aritmética de las pasiones para saber que toda historia se resume a estos cuatro o cinco pilares que motivan cualquier relato. Está en el dramaturgo cuando titula su obra tratar de esconder sobre qué pilar se apoya su diégesis o hacer evidente que está hablando de tal o cual cosa.
Es así que cuando Pirandello tituló su obra “Seis personajes en busca de un autor” podemos inferir que toda búsqueda viene de un no tener, que el no tener algo genera angustia, y que esa angustia es un derivado de la tristeza o que en Beckett y su “Esperando a Godot” trae aparejado alguien que espera algo y que ese algo es deseado porque se espera eso, y que el deseo es movido por el amor. Pero hay veces que al encontrarnos con un título no tenemos que descubrir nada porque está allí y este es el caso de “Algo sobre el amor” la obra escrita y dirigida por Gustavo Postiglione e interpretada por María Celia Ferrero, Caren Hulten, Juan Nemirovsky y Claudia Schujman.
La obra nos permite colarnos en una reunión de esas que podemos llamar “reuniones sociales” o “una comida de sábado” entre una pareja y dos amigas. Mientras la noche avanza y el alcohol comienza a inundar los cuerpos las palabras aparecen ya sin tanta corrección política, esa corrección que es tan inherente al ser social y que se hace evidente en toda reunión, y es ahí donde, cada cual en su turno, comienzan a dar sus apreciaciones (en tono de anécdota) sobre el amor. Algunos piensan al amor como algo incidental, otros como algo que se construye, otros lo ejemplifican con historias de terceros o robadas de algún universo de Corin Tellado pero hay uno, ese que siempre existe, que esconde en su historia algo que nunca debería ver la luz en estas reuniones y es la pura y simple verdad.
Pero lo que uno esconde sólo se transforma en problema cuando lo sabe otro y en “Algo sobre el amor” hay dos personajes que saben algo que los otros desconocen y eso los corroe y los vicia, los pone entre signos de pregunta y los construye al destruir sus vidas.
Contar más que esto es caer en la frase “el asesino es el mayordomo” y arruinar el final de la historia y es por esto que creo conveniente dar una vuelta de noventa grados alrededor de “Algo sobre el amor” y ver otro ángulo. Y es en este nuevo lugar donde me encuentro con las actuaciones del elenco que armó Postiglione. Tres personajes son interpretados por jóvenes actores (María Celia Ferrero, Caren Hulten y Juan Nemirovsky) mientras que el cuarto actuado por la enorme Claudia Schujman. Esa enormidad que menciono hace que nuestras miradas sean atraídas, como el más básico principio físico por el que los metales son atraídos por un imán, hacía Claudia. Su sinfín de recursos físicos y vocales que pone al servicio del personaje hacen que se transforme en faro que ilumina la escena. Miramos donde ella mira y escuchamos a quien escucha hasta que se corre de la escena y permite que los otros tres personajes arrebaten el escenario, construyan una bomba y la dejen explotar.
“Algo sobre el amor” es una propuesta que nos invita a vivir este momento de estos personaje, un momento en el que, por efecto de ese dios al que llamamos destino, decidieron esperar a que el cronometro llegue a cero.
Si no pudiste escuchar la nota con Gustavo Postiglione en vivo... escuchala más tarde.
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