Llegamos al Apunte nº 40 y para despedirnos convocamos a algunos amigos para que nos den su punto de vista sobre arquitectos que están produciendo hoy y en condiciones relativamente similares a las nuestras. Pedimos opinión sobre arquitectos jóvenes, algunos consagrados, otros emergentes, unos pisando con seguridad, los otros dando sus primeros vacilantes pasos, todos con variadas experiencias y múltiples intereses.
Brasil, Chile, Ecuador o Paraguay comparten con nosotros los vaivenes de la historia, la dictadura de los mercados y los designios del FMI, aparte del origen común y el mestizaje entre europeos, negros y pueblos autóctonos. Cada nación tiene sus particularidades, pero ciertos rasgos nos unen desde Tierra del Fuego hasta el Rio Bravo. Las limitaciones materiales y tecnológicas, las tradiciones constructivas heredadas del europeo y del indígena, confluyen para hacer una arquitectura con carácter y voz propia, donde aquellas restricciones funcionan más como motor que como freno. Así el milenario ladrillo es tensionado hasta límites insospechados, el pesado hormigón flota, la naturaleza de la madera es subvertida y los resultados espaciales no dejan de asombrar.
Por supuesto que se construyen edificios que imitan a los del primer mundo, pero no nos vamos a ocupar de este trasplante de modelos que resulta en estériles productos, sino de exploraciones y prácticas donde lo auténtico se origina en una actitud no impostada que surge con naturalidad.
Al Borde es un colectivo de jóvenes arquitectos ecuatorianos que rondan los 30 años. Sus propuestas más audaces consisten en crear ámbitos (tal vez decir que hacen arquitectura sería limitar sus proposiciones) con mínimos recursos y una gran voluntad de hacer:
Una escuela en un punto aislado de la costa ecuatoriana, hecha por el maestro y los lugareños con palos, maderas y techo de paja, no deja tener rigor geométrico y sensibilidad espacial. Una casa de adobe no tiene por que parecerse a un rancho (sin desmerecer a los ranchos) y 12 puertas placas estándar sirven para armar un pequeño espacio multipropósito y flexible. Estas son algunos de sus trabajos, aparte de intervenciones urbanas donde el contenido social no está ausente, sino que es parte esencial.
Juventud e imaginación; desprejuicio y rigor son los parámetros con que Al Borde construyen una muy interesante obra, dejando abiertas muchas puertas al futuro.
Txt: Carlos Candia.
Angelo Bucci sigue la línea que alguna vez le marcó un símbolo de la llamada escuela paulista, el arquitecto Paulo Mendes da Rocha, de quien fue colaborador.
Su arquitectura se asienta en un delicado equilibrio entre volumen y topografía. Utilizando el terreno en su estado natural y explotando al máximo la capacidad del hormigón y el vidrio que utiliza en su estado más genuino, lleva al extremo ideas simples que seducen y conmueven por su originalidad. En la mayoría de los casos, la estructura en sí misma es la obra terminada. Estructuras que siendo osadas, no pierden la simplicidad y que pueden sintetizarse en la construcción de prismas simples que sobrevuelan el suelo.
Sus proyectos adquieren su mayor apuesta en la lectura de los cortes. Volúmenes que flotan, puentes que avanzan y conectan, rampas que suben y bajan, ingresos inesperados, sutil juego entre la privacidad y la exposición.
En la composición de los espacios utiliza un componente que define en un solo término el carácter de sus obras: el asombro. El recorrer una casa de Angelo Bucci puede resultar una aventura inesperada. Nada es previsible. Se desprende de los preconceptos, de cómo deberían ser determinados ambientes de acuerdo a sus funciones. El hall de ingreso puede ser un puente que conduce a la casa que no vemos en un primer abordaje porque se sucede hacia abajo desafiando la pendiente del terreno. La fachada de una casa desaparece y en su lugar nos recibe un techo cubierto de agua cual si fuera sólo pileta. Para ir de un ambiente a otro debemos cruzar puentes, precipicios, vistas panorámicas, rampas, escaleras, patios varios; lo que nos transporta a un juego espacial siempre dinámico, nunca pasivo.
De esta manera, el terreno es “apropiado/conquistado” por la obra en su máxima amplitud: en horizontal y en vertical, obligando a las miradas en múltiples direcciones, y provocando con ello, el ASOMBRO en las personas que la habitan o la recorren.
Txt: Melina Spinetta
Para Smiljan Radic, Chile está hecho de piedra, de cobre, de madera y
también de hormigón. Maravilla en esta arquitectura abstracta un
lenguaje que habla con la simpleza con la que Neruda le cantaba al
pan.
Txt: Juan Manuel Rois
Si bien el chileno Alejandro Aravena da cuenta en cada obra que proyecta y ejecuta su particular modo de entender la práctica arquitectónica, condimentado además con una factura impecable de las mismas, quizá sea en el proyecto de vivienda social ELEMENTAL donde mejor queda plasmada su “latinoamericanidad”. En esta propuesta prototípica coexisten: la búsqueda de soluciones para apaliar el enorme déficit habitacional, la planificación urbana y de grandes infraestructuras de servicios, las preocupaciones sociales y humanas más cotidianas, las resoluciones técnicas y materiales disponibles y la compleja coordinación económica que cualquier intervención de vivienda pública supone.
Prefabricación, autoconstrucción, uso racional del presupuesto público, son algunos puntos que dejan al descubierto la astucia de este arquitecto y su preocupación por sacar el mayor provecho del contexto donde trabaja, logrando una mayor cantidad de viviendas y optimizando los tiempos de ejecución.
Al igual que algunos de sus vecinos continentales contemporáneos, Aravena parece invertir la ecuación más conocida de la arquitectura moderna. Hoy, en este continente, quizá MÁS es MENOS: más inventiva con menos recursos.
Txt: Franco Santángelo
Para Javier Corvalán una cámara estenopeica puede ser una casa, una hamaca paraguaya puede ser una casa, una bóveda de palets (esos emparrillados hechos con la madera barata de pino) puede ser una casa. Así me gusta imaginarme a la arquitectura. Libre de preconceptos, dispuesta a encontrar en los objetos cotidianos las mejores soluciones. Si lo revolucionario se encuentra en lo cotidiano, todo es más sencillo. Y mejor aún: cuando estas “ideas revolucionarias” buscan ajustarse a los acotados presupuestos de nuestro querido tercer mundo, todo cierra: no hay con qué darle!
Txt: Martín Cabezudo
01 diciembre 2011
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario