El grupo cordobés Circo Zeta presentó en el Café de la Flor (Mendoza 862) la obra “Muerte ordinaria de una vedette” conjunción de monólogos humorísticos a cargo de Juan Manuel Dominguezy dirigido por Guillermina Farías Wagner.
El espectáculo intenta convertirse en un policial negro que relata las desventuras de un detective privado al tomar como suyo el caso de la misteriosa muerte de una vedette. La historia es ensamblada mediante proyecciones visuales que hacen de puente entre el monólogo de cada personaje que Juan Manuel Dominguez interpreta a lo largo del espectáculo. Pero hay algo que rompe esta verosimilitud o la diégesis que intenta construir el relato policial: los personajes son completamente disímiles, no comparten ni tiempo ni espacio, no nos dejan entrar nunca en un relato que desde la dramaturgia plantea una cosa pero que el desfile de personajes constantemente nos expulsa del clima de “¿quién es el asesino?”.
Es que resulta complicado participar de una historia que comparten una vedette de los años 30, un detective privado, un dj salido de la última creamfields y un títere. Resulta difícil de compartir que el títere y el dj son hermanos y más aún cuando las referencias dramatúrgicas son pocas a estas relaciones entre los personajes. Nos queda la sensación de que los personajes existían hace tiempo y que la idea del policial intentó unirlos en un relato común.
Puede que la venida reciente de un monstruo del “humor de personajes” como Mikozzi nos haga comparar las distintas construcciones que los distintos actores hacen y esto, como mínimo, es injusto pero inevitable. Este arte que ha tenido sus mayores exponentes en Gasalla, Fernando Peña o Favio Posca pone al actor en una situación límite y es que la gente puede hacer dos cosas: reírse o no reírse y ese es el veredicto final.
Y es en este encuentro en el que las obras construidas a partir de personajes y sus monólogos crecen o se van haciendo intangibles. Desgraciadamente para “Muerte ordinaria de una vedette” nunca se estableció una conexión entre Juan Manuel y el público y creo que es por el espectáculo planteado porque dentro de los monólogos que se presentan hay momentos de grandes aciertos, frases y guiños de personajes que pueden lograr carcajadas en el público pero no en este contexto.
Muerte ordinaria de una vedette es una buena idea que no logra llevarnos al oscuro mundo del policial porque el elemento de la parodia es tan excesivo que destruye el mismo universo que quiere plantear y eso es en definitiva lo que construye un relato.
Si no pudiste escuchar la nota con Juan Manuel Dominguez en vivo... escuchala más tarde.
17 noviembre 2011
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